Hace 27 días | Por Spider_Punk a lavozdigital.es
Publicado hace 27 días por Spider_Punk a lavozdigital.es

En Andalucía, en España, apenas hay casos de una calle con el nombre propio de un animal en concreto, de uno al que se recuerda de forma exacta con ese sesgo de humanización que supone asociarlo a una palabra inconfundible que le distinga de los demás. Es el caso de Canelo, una especie de Terrier que en realidad era un mil leches. Un mestizo noble y sereno del color que justificaba su apelativo. Una calle, lateral y colindante al Hospital Universitario Puerta del Mar, lleva su nombre. Toda la ciudad conoce la leyenda –urbana, por tanto– que pro

Comentarios

Alegremensajero

Siempre te recordaremos por Cádiz, Canelo.

QAR

Canelo, Cádiz, el Puerta del Mar (donde una vez me salvaron la vida)… qué recuerdos.

Y ahora, tras ese acceso de nostalgia, permitidme ser una aguafiestas:

Canelo, Hachiko, Mukhtar, Bong Bong, y tantos otros perros que han mostrado y seguirán mostrando esas conductas, no son especialmente leales (no más que cualquier otro perro, quiero decir). Es más, hay algo de interés acomodaticio en su comportamiento.

El deseo de creer que están esperando a su dueño después de años es grande, sí, y también es comprensible que nos creamos tan importantes, ¿pero hace falta que explique a qué se debe realmente la prolongada estancia de los animales en el lugar donde se separaron por última vez de sus amos? Supongo que no.

Los perros son unas criaturas fascinantes y tan leales que no nos los merecemos, por eso no es necesario exagerar sus atributos ni adornar o desvirtuar la realidad de su naturaleza.

Lo siento por los aficionados a los dramas lacrimógenos, pero no, Canelo después de unos días no seguía a las puertas del hospital porque estuviera esperando a nadie. La razón es otra, y en el fondo todos lo sabéis.

erperisv

Seymour