Decían que era imposible. Ni siquiera Henry Ford, el hombre que había motorizado a EEUU con el modelo T, parecía capaz de fabricar un bombardero pesado cada hora. Pero en plena Segunda Guerra Mundial, lo consiguió. La fábrica de Willow Run, situada al oeste de Detroit, fue mucho más que una planta de producción: fue un símbolo del ingenio industrial americano. Con más de un kilómetro y medio de largo, cambió para siempre la historia de la aviación al aplicar por primera vez la producción en cadena del automóvil a los bombarderos B-24 Liberator  
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Henry Ford, el amigo americano de los nazis
Henry Ford, magnate estadounidense del automóvil, fue condecorado por los nazis en 1938. Su relación de mutua admiración con Hitler ya venía de lejos.
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