Publicado hace 8 años por conversador a es-us.deportes.yahoo.com

Imagínese el siguiente cuadro e intente ponerse –durante cinco segundos- en ese lugar. Usted nace y adquiere una identidad equivalente a varias miradas por encima del hombro. Tiene que emigrar a otro país y apenas consigue la nueva nacionalidad casi tres décadas después de haber llegado allí. Cambia su nombre, para que todos lo puedan pronunciar en el nuevo hogar. Rompe récords, representando a la tierra en la que nació. Se convierte en la mejor atleta del mundo. Más tarde, en una señora elegante y respetada. Comienza a sentirse bien con lo que es y con lo que logró. Va al supermercado, al mismo de siempre, y una bala perdida te encuentra. Usted está muerta, es el fin. No para las controversias que siempre la rodearon, que retoman su vigor desde un frío cuarto de morgue.