
Todo Esto es descivilización.
Todo Esto es retroceso y rearme.
Todo Esto es la producción de miedo para poner en cuarentena derechos y libertades.
Todo Esto es la sustracción de la democracia.
Todo Esto es la producción de grietas de desigualdad.
Todo Esto es el desmantelamiento de los espacios comunes.
Todo Esto es la producción del odio hacia el otro, al diferente.
Todo Esto es el machismo como sistema.
Todo Esto es la guerra contra la naturaleza y la caza de los ecologistas.
Todo Esto es la domesticación intelectual.
Todo Esto es la indiferencia y el cinismo.
Todo Esto es paraísos fiscales, corrupción sistémica, una mezcla de la economía gris y la criminal.
Todo Esto es la creciente mercantilización y burocratización de la enseñanza.
Todo Esto es desmemoria, o peor aún, contramemoria.
En la Oficina de ‘Todo Esto’, un concierto de manos muy visibles, hábiles en lo suyo como croupiers en el casino de ‘Todo Esto’, componen la gran mano invisible que mueve los hilos y toca teclas para mantener ‘Todo Esto’.
Siento vergüenza. La vergüenza te ayuda a ver. No es un desenlace, es el principio. La vergüenza abre paso a la esperanza. La esperanza no se espera. Hay que arrancársela de los brazos al conformismo.
Siento esperanza. Manuel Rivas.
"El secreto del agitador es volverse tan estúpido como sus oyentes, de forma que estos se crean tan inteligentes como él."
Contra los periodistas y otros contras (Karl Kraus)
“La verdadera compasión es más que arrojar una moneda a un mendigo; llega a ver que un edificio que produce mendigos necesita una reestructuración”.
Martin Luther King
“La verdad es que estamos llegando a un punto en que tendremos que empezar a escuchar más a nuestras conciencias y menos a nuestros políticos.”
Alberto Vázquez-Figueroa - Alí en el país de las maravillas
Hace años, durante una visita a mi casa, al rabino Carlajeb, contó este profundo relato.
Hace tiempo, el Rey de la Tristeza quería ver si todo estaba bien en el mundo. Quería, principalmente, ver si todos sus súbditos estaban tristes, porque la persona que está realmente triste, es la más feliz ante la presencia de otras tristes almas.
El Rey de la Tristeza visitó su reino completo y descubrió que el mundo entero se sentía miserable. Ni una sola persona estaba contenta o satisfecha. El rey no podría haber estado más feliz.
Sin embargo, mientras regresaba a su ciudad capital, el rey vio algo sumamente desconcertante y terrible. A la distancia estaba un hombre sentado en un porche roto y viejo, sobre una silla vieja y desvencijada, con nada más que sobras de comida frente a él, las cuales estaban en un viejo y quebrado plato. Este hombre estaba cantando y tocando la guitarra. ¡Sin duda alguna, este hombre estaba feliz!
El rey se quedó anonadado y temeroso, porque sabía demasiado bien que una persona feliz podía destruir completamente su reino. Sabía que tenía que observar a este hombre, pues nadie excepto él mismo era capaz de realizar estas labores. La tristeza debía ser cuidada a todo costo.
El rey se disfrazó con harapos y acercó al hombre, diciendo:
-No creo que nos hayamos conocido. ¿Quién eres?
El hombre contestó:
-Todos me conocen. Soy El Gran Arreglador. Yo voy por las calles del mudo gritando: ¡soy El Gran Arreglador! Háganme entrar a sus destruidos hogares, sus destruidas vidas, sus corazones rotos. No te preocupes por el costo. Tan sólo unos centavos son suficientes para comprarme un pequeño festín, porque uno debe festejar a cualquier costo.
El rey estaba alterado. Sabía que la gente triste nunca festejaba. La comida ha perdido su sabor para el corazón entristecido. Él sabía que su reino estaría en riesgo si la gente comenzaba a festejar a pesar de estar sentados en sus derruidos porches, sobre sus resquebrajadas sillas, alimentando sus rotos corazones y comiendo sobras.
El rey diseño un plan. Al siguiente día, cuando El Gran Arreglador comenzó a caminar por las calles invitando a la gente a darle entrada a sus vidas rotas, alguien gritó desde una ventana:
-¿Qué te sucede? ¿No sabes que el rey decretó que arreglar es ahora ilegal?
La situación se veía difícil para El Gran Arreglador, pero sin duda alguna, una persona no puede estar feliz sin un pequeño festejo. Por lo tanto, El Arreglador se acercó a un hombre que cortaba madera y le preguntó si podía realizar su trabajo por algunos centavos. El hombre estuvo de acuerdo, y aquella noche, después de comprar una pequeña porción de la comida más barata disponible, El Arreglador hizo una fiesta.
El rey apareció en la casa del Arreglador y lo vio cantando. Estaba intrigado, y por lo tanto le preguntó:
-¿Qué hay de nuevo?
El Arreglador contestó que el rey estaba loco, porque había prohibido arreglar.
El rey dijo:
-Si eso es así ¿Por qué estás cantando? ¿Por qué tienes un festín?
El arreglador le dijo que había encontrado un trabajo como leñador, y que había hecho tan buena labor, que había sido invitado al siguiente día para ganarse unos cuantos centavos más.
Al siguiente día, cuando El Gran Arreglador se acercó al hombre para el cual cortaba leña, lo encontró en estado de desmayo.
-Siento mucho tener que decirte esto, pero recién me enteré que el rey emitió un nuevo decreto prohibiendo el corte de leña. Tendrás que irte.
La situación se veía mal para El Gran Arreglador, pero se rehusó a darse por vencido, y pensó para sí mismo: “tengo que seguir andando por las calles del mundo buscando algo más para hacer, para poder hacer mi festejo”.
El arreglador estaba de camino, cuando vio una rica y hermosa mujer barriendo su porche, vestida con sus mejores ropas. El Arreglador le preguntó por qué estaba haciendo eso, y ella respondió que su sirvienta la había abandonado. El Arreglador ofreció hacer este trabajo a cambio de unos cuantos centavos, y esa noche, el festejo fue definitivo.
El rey, nuevamente disfrazado, apareció una vez más en medio de la comida y le preguntó al Arreglador:
-¿Cómo le haces? Pensé que cortar la leña estaba prohibido.
El Arreglador contestó:
-Tienes razón. El rey está más loco que nunca, por lo que hoy encontré un nuevo trabajo: barro pisos.
Por supuesto que El Arreglador llegó al siguiente día para encontrarse con que barrer había sido prohibido.
Esto fue seguido de prohibiciones para hornear, hacer jardinería, pintar y construir. Lo que fuera que encontraba El Arreglador para hacer, inmediatamente lo prohibía el rey y al siguiente día. Muy pronto el reino estaba en ruinas.
Sin embargo, El Arreglador se rehusaba a desesperarse. Había que encontrar la manera de ganarse unos centavos.
Decidió que no tenía más remedio que unirse al ejército del rey. Los soldados siempre eran necesarios, y a pesar de que generalmente se les pagaba quincenalmente, El Arreglador fue capaz de convenir un contrato especial con el capitán del rey, que le permitía recibir algunos centavos cada noche. Ser soldado (y matar) era lo más lejano al carácter de El Arreglador, pero decidió que podía marchar todo el día de un lado al otro batiendo su espada, pretendiendo ser leal al rey. Cada día recibía sus centavos, y en la noche se sentaba en su pequeño festejo.
Un día, el rey estaba revisando a sus tropas, y vio a un hombre marchando con una sonrisa en el rostro. Esa noche, una vez más disfrazado, se acercó a El Arreglador durante su festejo y le preguntó:
-¿Cómo le hiciste?
El Arreglador le respondió:
-El rey está más loco que nunca, su reino se está destruyendo, pero un arreglador siempre encuentra la manera. Negocié con el capitán y ahora tengo la seguridad de un festejo cada noche. Puedo batir mi espada como el mejor de ellos.
Por supuesto que el Rey de la Tristeza estaba furioso. Le prohibió al capitán pegarle a El Arreglador cada noche, y una vez más este tuvo que cambiar sus hábitos.
Ese día, mientras estaban marchando, El Arreglador pasó por una tienda de empeño y tuvo una idea. Después de las maniobras, fue a la tienda a cambiar su espada. ¡Recibió suficiente dinero para festejar por años!
Sin embargo, los soldados deben tener una espada. El Arreglador encontró un pedazo de madera delgada y la cubrió con papel de plata. La colocó en su lugar y regresó a la diaria rutina de marchar con los dolados.
El siguiente día, el rey, vistiendo las ropas de un soldado común, se acercó a El Arreglador. Riendo, El Arreglador le dijo cómo había ganado una vez más la partida al rey: empeñando su espada.
El rey estaba encantado de escuchar esto, ya que la ley del país establecía que cualquier soldado sin espada sería condenado a muerte. El rey diseñó un plan.
Fue con el capitán para saber quién sería ejecutado ese día, y le dio instrucciones al capitán para que hiciera que El Arreglador fuera quien ejecutara al criminal. El rey estaría presente, y todos verían la caída de El Arreglador.
Una gran multitud se había reunido en el lugar de la ejecución, con el Rey de la Tristeza sentado en lo alto de su trono.
El capitán se acercó a El Arreglador y le dio instrucciones de matar al condenado con su espada. Sin embargo, El Arreglador no estaba preocupado. Se volvió para mirar al rey y a las personas y declaró:
-Soy un curador de corazones rotos. Nunca en mi vida he matado a nadie y no mataré el día de hoy.
El Rey de la Tristeza estaba delirante de felicidad y dijo en voz alta:
-Si no matas inmediatamente a este hombre, tú serás ejecutado ahora mismo.
Tranquilamente, El Arreglador respondió para que todos oyeran:
-Amigos míos, todos ustedes me conocen. Soy El Gran Arreglador. Ustedes me dejaron entrar a sus derruidos hogares, sus corazones rotos, sus quebrantaras vidas. Saben que yo construyo, no destruyo. Doy esperanza, no creo desesperación. Y por lo tanto, si mi mensaje es real, este hombre vivirá, y regresará a casa. Si es falso, este hombre morirá.
El Arreglador removió su espada de su lugar y la enterró en el estómago del hombre. Por supuesto que se deshizo, y el hombre quedó libre.
¿Y El Arreglador? Regresó a cantar una nueva canción en su silla rota, en su derruido porche, festejando.
Marcelo Rittner - Aprendiendo a decir adiós
Un río, desde sus orígenes en lejanas montañas, después de pasar a través de toda clase y trazado de campiñas, al fin alcanzó las arenas del desierto.
Del mismo modo que había sorteado todos los otros obstáculos, el río trató de atravesar este último, pero se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en las arenas tan pronto llegaba a éstas.
Estaba convencido, no obstante, de que su destino era cruzar este desierto y sin embargo, no había manera. Entonces una recóndita voz, que venía desde el desierto mismo le susurró:
-El Viento cruza el desierto y así puede hacerlo el río.
El río objetó que se estaba estrellando contra las arenas y solamente conseguía ser absorbido, que el viento podía volar y ésa era la razón por la cual podía cruzar el desierto.
-Arrojándote con violencia como lo vienes haciendo no lograrás cruzarlo. Desaparecerás o te convertirás en un pantano. Debes permitir que el viento te lleve hacia tu destino.
-¿Pero cómo esto podrá suceder?
-Consintiendo en ser absorbido por el viento, respondió la voz.
Esta idea no era aceptable para el río. Después de todo él nunca había sido absorbido antes. No quería perder su individualidad.
-¿Y, una vez perdida ésta, cómo puede uno saber si podrá recuperarla alguna vez?, preguntó el río.
-El viento, dijeron las arenas, cumple esa función. Eleva el agua, la transporta sobre el desierto y luego la deja caer. Cayendo como lluvia, el agua nuevamente se vuelve río.
-¿Cómo puedo saber que esto es verdad?
-Así es, y si tú no lo crees, no te volverás más que un pantano y aún eso tomaría muchos, pero muchos años; y un pantano, ciertamente no es la misma cosa que un río.
-¿Pero no puedo seguir siendo el mismo río que ahora soy?
-Tú no puedes en ningún caso permanecer así, continuó la voz. Tu parte esencial es transportada y forma un río nuevamente. Eres llamado así, aún hoy, porque no sabes qué parte tuya es la esencial.
Cuando oyó esto, ciertos ecos comenzaron a resonar en los pensamientos del río. Vagamente, recordó un estado en el cual él, o una parte de él ¿cuál sería?, había sido transportado en los brazos del viento.
También recordó –¿o le pareció?– que eso era lo que realmente debía hacer, aun cuando no fuera lo más obvio.
Y el río elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, que gentil y fácilmente lo llevó hacia arriba y a lo lejos, dejándolo caer suavemente tan pronto hubieron alcanzado la cima de una montaña, muchas, pero muchas millas más lejos. Y porque había tenido sus dudas, el río pudo recordar y registrar más firmemente en su mente, los detalles de la experiencia.
Reflexionó:
-Sí, ahora conozco mi verdadera identidad.
El río estaba aprendiendo, pero las arenas susurraron:
-Nosotras conocemos, porque vemos suceder esto día tras día, y porque nosotras las arenas, nos extendemos por todo el camino que va desde las orillas del río hasta la montaña.
Y es por eso que se dice que el camino en el cual el Río de la Vida ha de continuar su travesía está escrito en las Arenas.
Awad Afifi el Tunecino
Cristian casi no vio a la señora, en el auto parado al costado de la carretera. Llovía fuerte y era de noche. Pero se dio cuenta de que ella necesitaba ayuda…
Así que paró su auto y se acercó.
El auto de la señora olía a tinta, de tan nuevo. La señora pensó que pudiera ser un asaltante. El no inspiraba confianza, parecía pobre y hambriento.
Cristian percibió que ella tenía mucho miedo y le dijo:
-Estoy aquí para ayudarla madame, no se preocupe. ¿Por qué no espera en el auto que está más calentito? A propósito, mi nombre es Cristian.
Bueno, lo que pasaba es que ella tenía una llanta pinchada y para colmo era una señora de edad avanzada, algo bastante incómodo.
Cristian se agachó, colocó el gato mecánico y levantó el auto. Luego ya estaba cambiando la llanta. Pero quedo un poco sucio y con una herida en una de las manos.
Cuando apretaba las tuercas de la rueda ella abrió la ventana y comenzó a conversar con él. Le contó que no era del lugar, que solo estaba de paso por allí y que no sabía cómo agradecer por la preciosa ayuda. Cristian apenas sonrió mientras se levantaba.
Ella preguntó cuánto le debía. Ya había imaginado todas las cosas terribles que podrían haber pasado si Cristian no hubiese parado para socorrerla.
Cristian no pensaba en dinero, le gustaba ayudar a las personas.
Este era su modo de vivir. Y respondió:
-Si realmente quisiera pagarme, la próxima vez que encontrase a alguien que precise de ayuda, dele a esa persona la ayuda que ella precise y acuérdese de mí.
Algunos kilómetros después la señora se detuvo en un pequeño restaurante, la camarera vino hasta ella y le trajo una toalla limpia para que secase su mojado cabello y le dirigió una dulce sonrisa.
La señora notó que la camarera estaba con casi ocho meses de embarazo, pero la misma no dejó que la tensión y los dolores le cambiaran su actitud.
La señora quedó curiosa en saber cómo alguien que teniendo tan poco, podía tratar tan bien a un extraño. Entonces se acordó de Cristian. Después que terminó su comida, y mientras la camarera buscaba cambio, la señora se retiró.
Cuando la camarera volvió quiso saber dónde podía haber ido la señora, cuando vio algo escrito en la servilleta, sobre la cual tenía 5 billetes de 100 euros.
Le cayeron las lágrimas de sus ojos cuando leyó lo que la señora escribió. Decía:
"Tú no me debes nada, yo tengo bastante. Alguien me ayudó hoy y de la misma forma te estoy ayudando. Si tú realmente quisieras reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda a alguien."
Aquella noche, cuando fue a casa, cansada, se acostó en la cama; su marido ya estaba durmiendo y ella quedó pensando en el dinero y en lo que la señora dejó escrito.
¿Cómo puede esa señora saber cuánto ella y su marido, precisaban de aquel dinero? Con él bebé que estaba por nacer el próximo mes, todo estaba difícil.
Quedó pensando en la bendición que había recibido, y dio una gran sonrisa.
Agradeció a Dios y se volvió hacia su preocupado marido que dormía a su lado, le dio un beso suave y susurró:
-Todo estará bien; te amo… Cristian!
Adaptación de un cuento tradicional oriental.
"Toda religión, incluso la católica (y especialmente la católica, precisamente por sus esfuerzos por permanecer 'superficialmente' unitaria, para no fragmentarse en iglesias nacionales y estratificaciones sociales), es en realidad una multiplicidad de religiones diferentes y a menudo contradictorias: hay un catolicismo de campesinos, un catolicismo de la pequeña burguesía y de obreros urbanos, un catolicismo para las mujeres y un catolicismo para intelectuales, en sí misma diversa e inconexa”.
Antonio Gramsci
“Resignación, porque los pueblos cuando tienen problemas no son rebeldes. El que tiene que comer todos los días no puede permitirse el lujo de perder por un acto de rebeldía el puesto de trabajo. La rebeldía siempre ha surgido de aquellos que comían todos los días. De aquí la gran culpabilidad de muchos intelectuales españoles, que comiendo todos los días, bien del pesebre o bien de su trabajo, no han sido capaces de decir basta a esta situación de degradación.”
Julio Anguita.
Pensando en las estrellas, noche tras noche, comencé a comprender. “Las estrellas son palabras” y todos los innumerables mundos de la Vía Láctea son palabras, y este mundo lo es también. Y me doy cuenta de que esté donde esté, ya en un cuartito lleno de pensamientos, o en este universo infinito de estrellas y montes, todo está en mi mente. La soledad no es necesaria. Por lo tanto, hay que amar la vida en si, y no dejar que se formen preconceptos en mente de uno.
"El amor no se comparte con todo el mundo, amar es desconfiar, amar es temer, amar es exigir, amar es codiciar, amigos mios, no existen los grandes amores sin que haya grandes celos". Bender Doblador Rodríguez, Futurama (3001 ca.)
(...) El trabajo es, en primer lugar, un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza. El hombre se enfrenta a la materia natural misma como un poder natural. Pone en movimiento las fuerzas naturales que pertenecen a su corporeidad, brazos y piernas, cabeza y manos, a fin de apoderarse de los materiales de la naturaleza bajo una forma útil para su propia vida. Al operar por medio de ese movimiento sobre la naturaleza exterior a él y transformarla, transforma a la vez su propia naturaleza (...) El proceso de trabajo es una actividad orientada a un fin, el de la producción de valores de uso, apropiación de lo natural para las necesidades humanas, condición general del metabolismo entre el hombre y la naturaleza, eterna condición natural de la vida humana y por tanto independiente de toda forma de esa vida y común, por el contrario, a todas sus formas de sociedad. (...)
(...) El latifundio reduce la población agraria a un mínimo siempre decreciente y la sitúa frente a una creciente población industrial hacinada en grandes ciudades. De este modo da origen a unas condiciones que provocan una fractura irreparable en el proceso interdependiente del metabolismo social, metabolismo que prescriben las leyes naturales de la vida misma. El resultado de esto es un desperdicio de la vitalidad del suelo, que el comercio lleva mucho más allá de los límites de un solo país. (…) La industria a gran escala y la agricultura a gran escala explotada industrialmente tienen el mismo efecto. Si originalmente pueden distinguirse por el hecho de que la primera deposita desechos y arruina la fuerza de trabajo, y por tanto la fuerza natural del hombre, mientras que la segunda hace lo mismo con la fuerza natural del suelo, en el posterior curso del desarrollo se combinan, porque el sistema industrial aplicado a la agricultura también debilita a los trabajadores del campo, mientras que la industria y el comercio, por su parte, proporcionan a la agricultura los medios para agotar el suelo"
(...) Con la preponderancia incesantemente creciente de la población urbana, acumulada en grandes centros por la producción capitalista, esta por una parte acumula la fuerza motriz histórica de la sociedad y, por otra, perturba el metabolismo entre el ser humano y la tierra, esto es, el retorno al suelo de aquellos elementos constitutivos del mismo que han sido consumidos por el ser humano bajo la forma de alimentos y vestimenta, retorno que es condición natural eterna de la fertilidad permanente del suelo. Con ello destruye, al mismo tiempo, la salud física de los obreros urbanos y la vida intelectual de los trabajadores rurales. (…) Al igual que en la industria urbana, la fuerza productiva acrecentada y la mayor movilización del trabajo en la agricultura moderna se obtienen devastando y extenuando la fuerza de trabajo misma. Y todo progreso de la agricultura capitalista no es solo un progreso en el arte de esquilmar al obrero, sino a la vez en el arte de esquilmar el suelo; todo avance en el acrecentamiento de la fertilidad de este durante un lapso dado, un avance en el agotamiento de las fuentes duraderas de esa fertilidad. (…) La producción capitalista, por consiguiente, no desarrolla la técnica y la combinación del proceso social de producción sino socavando, al mismo tiempo, los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador (...)
(...) La libertad solo puede consistir en que el ser humano socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerza y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana.
(Greta Thunberg, extractos de "El Capital", 1867 -1894)
“No se empieza de nuevo. Ese es el quid. Cada paso que das es para siempre. No puedes eliminarlo.”
No es país para viejos – Cormac MacCarthy
Cuando me amé de verdad
comprendí que en cualquier circunstancia,
yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta,
y en el momento exacto, y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre… Autoestima
Cuando me amé de verdad,
pude percibir que mi angustia,
y mi sufrimiento emocional, no es sino una señal
de que voy contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es… Autenticidad
Cuando me amé de verdad,
dejé de desear que mi vida fuera diferente,
y comencé a aceptar todo lo que acontece,
y que contribuye a mi crecimiento.
Hoy eso se llama… Madurez
Cuando me amé de verdad,
comencé a percibir que es ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona,
sólo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento,
o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto
Cuando me amé de verdad,
comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable:
personas, situaciones y cualquier cosa
que me empujara hacia abajo.
De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.
Hoy se llama… Amor Propio
Cuando me amé de verdad,
dejé de temer al tiempo libre
y desistí de hacer grandes planes,
abandoné los megaproyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta,
cuando quiero, y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es… Simplicidad y Sencillez
Cuando me amé de verdad,
desistí de querer tener siempre la razón,
y así erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es… Humildad
Cuando me amé de verdad,
desistí de quedarme reviviendo el pasado,
y preocupándome por el futuro.
Ahora, me mantengo en el presente,
que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.
Y eso se llama… Plenitud
Cuando me amé de verdad,
percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme.
Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón,
ella tiene un gran y valioso aliado.
Todo eso es… Saber Vivir
Atribuido a Charles Chaplin
Extraído de la fuente:
“Se dice que Charles Chaplin escribió este poema, “As I began to love myself” cuando tenía 70 años. Hay quien indica, no obstante, que no sería de su autoría, sino más bien una adaptación algo libre de un párrafo que aparece en el libro “When I Loved Myself Enough” de Kim y Alison McMillen.”
Fuente: lamenteesmaravillosa.com/cuando-me-ame-verdad-maravilloso-poema-charle
"Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos”.
José Saramago
"Le doy a la patria un valor accidental: no es esencia, sino circunstancia"
Francisco Ayala
“Las cosas fluyen hacia donde tienen que fluir, y por más que te esfuerces e intentes hacerlo lo mejor posible, cuando llega el momento de herir a alguien, lo hieres. La vida es así.“
Haruki Murakami - Libro Tokio blues
En cuanto historia de modales regios y actitudes aristocráticas, el relato bíblico de Salomón ha suministrado durante siglos a artistas, poetas y teólogos imágenes intemporales de liderazgo monárquico. Sin embargo, como crónica precisa de unos sucesos del siglo X a. C. – que describe la vida y obras reales de Salomón- carece de cualquier valor histórico. Las grandiosas descripciones de la riqueza salomónica y de su incuestionable poderío regio discrepan hasta el absurdo de la realidad histórica de un reino serrano pequeño y remoto que no conocía la escritura, no contaba con construcciones imponentes ni con una administración extensa y no presentaba el menor signo de prosperidad comercial.
David y Salomón, Israel Finkelstein y Neil Silberman
"Ciertos pensamientos son oraciones. Hay momentos en que, sea cual fuere la actitud del cuerpo, el alma está de rodillas".
Víctor Hugo, Los miserables (1862)
“Casi todos nacemos genios y enterramos a un idiota”.
Charles Bukowski
La máquina de follar (1974)
¿Para qué sirve un filósofo que no hiere los sentimientos de nadie?
Atribuido a Diógenes de Sínope, otro liante entre los liantes :)
La timidez se compone del deseo de agradar y del temor de no conseguirlo.
Atribuida a Edme Beauchene, que en su casa lo conocerán :|
Creo que hay un cierto mito sobre las persecuciones del Imperio contra los cristianos.
A reflexionar….
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Visto aquí
www.religiondigital.org/el_blog_de_antonio_pinero/Persecuciones-verdad
menéame