Un viejo hombre, ya cercano a los noventa años, llevaba toda la mañana preparando un pequeño trozo de tierra en el jardín de su casa.
Había quitado las malas hierbas, había cercado con unas maderas un trozo de terreno y, con una pequeña pala, estaba cavando varios agujeros en el suelo.
Desde la casa de enfrente, su vecino lo había estado observando desde hacía ya más de una hora. Finalmente, preso de la curiosidad, se acercó para ver lo que hacía.
-Buenos días, vecino -le saludó.
-Buenos días -le contestó mientras abría una bolsa de semillas y las iba depositando en los agujeros.
-¿Qué está usted haciendo?
-Ah, esto... es que voy a plantar unos cuantos manzanos.
Su vecino no pudo contenerse y comenzó a reír a carcajadas.
-Pero, ¿en serio espera llegar a comer las manzanas que den esos árboles?
-Seguramente no -contestó el anciano-, pero toda mi vida he comido manzanas de árboles que no he plantado.
Cuento zen
Comentarios
#0 Yo le pegaba una patada en los cojones por recordármelo, porque si aun hablara de un nogal
Pero es un cuento muy bueno, en efecto
#1 También es equivalnte para los que escriben un libro y les icen que nunca lo verán publicado, o pintan un cuadro que nunca estará en un museo.
Hacer algo pensandosólo en uno mismo y el momento actual es de lo más egoista que se puede hacer.
Claro, del inglés man-zanos.