"De las tres potestades de que hemos hablado, la de juzgar es en cierto modo nula. Quedan pues dos solamente…” (Montesquieu, El Espíritu de las Leyes, 1748)
Ya ven que ni el francesito se creía en el fondo la separación de los tres poderes y el judicial como uno de ellos. E incluso algunos les dirían que el único poder es el que se puede demostrar materialmente; el ejecutivo.
Lo religioso es sagrado, pero no todo lo sagrado es religioso. Y es que la idea de la separación de los tres poderes, o al menos la forma en la que se suele presentar esta, encierra cierto carácter metafísico, casi sacro, que no referencia a ninguna realidad conocida, sino a un ideal, parece que imposible en su plenitud, de supuesta perfección. Y algunos de ustedes ya sabrán Los peligros de la palabra "ser" (IV): de lo real y lo perfecto (Spinoza)" class="content-link" style="color: rgb(14, 170, 116)" data-toggle="popover" data-popover-type="link" data-popover-url="/tooltip/link/peligros-palabra-ser-iv-real-perfecto-spinoza">Los peligros de la palabra "ser" (IV): de lo real y lo perfecto (Spinoza)
Podemos hablar de Estados donde esta separación sea más o menos efectiva, o de los evidentes problemas derivados de que estas tres funciones se concentren. Dictadores, sátrapas y otro sinfín de despotas y tiranos dan buena cuenta, a lo largo de la historia y del presente, de lo que ocurre cuando se condensa todo poder de decisión, pero sobre todo de lo que ocurre cuando se utiliza este poder en beneficio propio. Buen ejemplo es este país donde vivimos la mayoría de los que aquí en Menéame pululamos. Pero de esto a tener que aceptar la separación de los tres poderes tal y como se suele presentar...
No me entiendan mal, los ideales, como referentes, nos sirven para que nuestros programas y acciones tiendan hacia cierto objetivo. Un faro en la oscuridad. Son necesarios, no sabemos operar sin ellos. Pero cabe preguntarnos hasta qué grado podemos decir que unos supuestos poderes que resultarían en que constituyen el tan cacareado "Estado de Derecho" están separados, cuando justo es su codeterminación lo que constituye tal Estado. Es confuso utilizar la palabra "separación", más aún cuando esta se entiende, como muchas veces se hace, por algo así como "indepedencia", para unos poderes que se necesitan unos de otros (frases tipo "la independencia de los jueces debe ser respetada" son escuchadas todos los días en la prensa y en boca de los políticos): no puede existir un poder judicial sin un poder ejecutivo o sin un poder legislativo (combine en esta última frase las tres opciones en el orden que quiera), cosa que demuestra que de independientes tienen poco.
Aquí, y esto es una cuestión repetida en muy diferentes ámbitos, de una distinción metódica que nos permite trabajar con ella intelectualmente, se pasa en algún momento a entenderla como una distinción orgánica . Se ha vuelto tan sagrada esta idea de los tres poderes que, haciendo una extrapolación y siguiendo con lo orgánico, resulta tan delirante como pudiera ser hacer una distinción de algún órgano de un ser vivo frente al resto de órganos, para a partir de aquí y en algún momento presentar tal órgano como independiente. Cosas de olvidar la relación que nuestras ideas tienen con la realidad. Y es que alguno ya comparó no hace mucho esto de los tres poderes con los santísima trinidad.
Parece necesario cierta coordinación entre estos tres poderes para que, justo ese Estado que depende de la codeterminación de estos, no entre en bloqueo crítico. Es necesario que el Parlamento, con el gobierno, tenga cierto grado de participación en órganos de la judicatura, si no se quiere entrar en un bloqueo institucional, al fin y al cabo ocasiones ciertas decisiones que los órganos de mando del judicial deben afrontar resulta que también son de índole política, no solo técnica (¿cómo interpreta la justicia ciertas realidades que no se han contemplado en la legislación y otros marcos jurídicos?). Y de igual manera, ciertos retos a los que los gobiernos deben enfrentarse necesitan de la participación del judicial en su confección, con el fin de evitar posteriores algarabías y episodios vergonzantes.
Una pena que veamos como esta coordinación en su versión sana entre un poder, el otro y el de más allá no solo es que a día de hoy sea inexistente, sino que la grieta es mayor según pasa el tiempo. Pero claro, aquí ser capaces de encontrar el modo de hacerlo sin abrir la puerta a abusos... diremos que parece algo complicado.
Comentarios
#0 Me permito recordarte que los faros indican los lugares a los que uno NO debe dirigirse
#2 muy buena, cabronías...
Cierto. Lo que se menta habitualmente como división de poderes es más bien un sistema de contrapesos e interrelaciones entre los distintos poderes. Es más útil analizar las implicaciones de estas interrelaciones que perseguir un concepto ideal que ni siquiera existe en la práctica (y que probablemente ni siquiera es deseable).
#0 Tenemos, no obstante, una situación delicada aquí, en estos nuestros penates.
El legislativo lo elegimos nosotros, pero por provincias. Las provincias las designó un señor en el siglo XIX, un poco por razones orquíticas, y ahí siguen, como si sus lindes fuesen de mandato divino. Pedanterías aparte: ¿el sistema es tan arbitrario como cualquier otro, y si se evita la circunscripción única es para mejorpoder pastelear. No iobstante, cuando la circunscripción es única, como en las elecciones europeas, tampoco hay enormes cambios.
El ejecutivo no lo elegimos nosotros. Lo eligen los miembros del legislativo, tras enorme cruce de sobres, puestos, plazas, puertas giratorias, dineros comunes, culos y vulvas venales, ventas y entuertos veniales, saltos mortales y otras piruetas poco edificantes. De democracia, poco. Pero compro caracola como hembra del caracol. Venga, va.
Poder judicial. Los elige su puta madre yendo en bici. Sus puestos son poco menos que vitalicios. Dicen ser imparciales pero se agrupan en asociaciones de enorme carga política e ideológica. Prevarican. Mienten. Estafan. Son hipócritas, sucios y mendaces. Y, como digo, ni los elegimos ni los podemos echar.
Y con esas mimbres jugamos. Jugamios a hacer cestos, claro.
Deus vult!
#5 Estoy en contra de la circumscripción única, puesto que hace que el peso demográfico sea determinante en unas elecciones. ¿Para qué se va a invertir en infraestructuras en provincias, si con solamente los votos de Madrid, Barcelona y Sevilla te aseguras un porcentaje holgado de representación?
La igualdad de oportunidades es más importante que la igualdad de herramientas. Los intereses de una gran metrópolis como Madrid o Barcelona siempre estarán presentes, pero no puede ser que eclipsen totalmente los del territorio, así que creo necesario un pequeño contrapeso en forma de más relevancia política.
Los distritos electorales sirven para itemizar el cómputo de votos y acotarlo más, limar diferencias entre territorios por el simple hecho de que estos estén más o menos densamente poblados. Otra cosa es que se pueda mejorar el cálculo y se puedan redefinir los distritos, pero creo que son necesarios.
#9 Estoy totalmente de acuerdo contigo en cuanto a oponerme a la circunscripción única y por los mismos motivos que explicas.
#10 y sin embargo, con el sistema actual, no parece que a Zamora o a Ciudad Real, por nombrar un par entre otras provincias, les vaya bien...
Y es que no todo responde a cuestiones políticas. La política es una gestión que actúa sobre una base material dada por las fuerzas y relaciones productivas. Existen razones históricas, pero sobre todo presentes, que explican las concentraciones urbanas y el poder de estas, y sobre las que la política no tiene un poder material para corregir.
Los procesos de concentración urbana, de la demanda y la oferta, son rentables para las empresas, y es un fenómeno histórico, internacional, pero que en el caso de España, por su particularidad geográfica, es aún más notable. España es un país en el extremo oeste de Europa, al este con un océano y con un país, Portugal, económicamente deprimido hasta hace poco, y al sur con una África igual. Por eso, una vez finalizada la entrada de bienes por el sur tras la pérdida de los territorios suramericanos, no es de extrañar que los centros económicos se concentrarán en País Vasco y Cataluña, con los puertos más cercanos a los mercados europeos y pasos naturales de los pirineos, en Valencia, por su salida al Mediterráneo, Sevilla por "capital" de todo un sur agrícola, y Madrid por su capitalidad, pero sobre todo por encontrarse a una misma distancia moderada de todos esos polos económicos comentados. Si a esto le sumamos un crecimiento industrial tardío y una economía histórica de terratenientes, pues ya lo tenemos...
Todo esto es una diferencia con los países centroeuropeos, con salidas comerciales a todos los puntos cardinales, y con la consecuente dispersión de sus polos económicos.
Que los votos de ciertas provincias deprimidas económicamente tengan más peso, no va a hacer que las inversiones se vayan a ir a esas provincias. Los incentivos para la inversión es difícil que vayan a superar los beneficios de invertir en polos económicos... Es algo que ya vemos hoy.
Por desgracia es un asunto bastante más complejo que repartir los ministerios o dar más peso al voto de esas provincias
#11 De acuerdo totalmente. Pero mira Francia, por ejemplo. No sé si has recorrido alguna vez el país en coche. Hay una ciudad de 15 millones de habitantes y un puñetero desierto en el restod el país, con islitas de prosperidad.
Si en España, en vez de crear autonomías, se hubiese descentralizado hacia las diputaciones, hubiese ido mucho mejor. Y no es que sea la panacea, pero mira si cambia o no el panorama a una ciudad pro ser capital autonómica....
#9 Es que para eso esta el senado. Que es la cámara territorial y no el congreso que es la cámara representativa de los ciudadanos.
Votar a los representantes de los ciudadanos en función de la región donde vives no tiene sentido mas allá, de lo que dices, que al final es una excusa, para no darle las funciones que debería tener al senado.
Por mi parte lo ideal, seria circunscripción única al congreso y dar fuerza al senado limitando la aprobación de leyes de carácter territorial a esta cámara que para eso está.
#16 En la política el estado financia esas campañas para evitar esos problemas, no me parece una mala solución, para lo que comentas.
Hay otro punto que complica aún más esa ideal separación de poderes, o la supuesta independencia entre ellos (que realmente es un tema distinto, como comentas):
Según nuestra Constitución (y supongo que en otras tendrán algo similar) todos los poderes del Estado emanan de la soberanía popular. Es decir, deben ser escogidos, directa o indirectamente (a través de representantes), por algún mecanismo basado en el sufragio, que es como se establece la voluntad popular.
Al margen de que esos mecanismo funcionen mejor o peor (sí, especialmente en el Poder Judicial), eso es bastante lógico e inevitable, ya que implica que todos ellos deberían seguir las corrientes de pensamiento mayoritarias de la población. No sería muy lógico que, si la mayoría de la población tuviese una tendencia, la cúpula de los jueces fuese marcadamente de la opuesta, por ejemplo, porque entonces ocurren cosas como las que hemos visto en EE.UU. con el aborto a pesar de que la población lo apoya mayoritariamente.
Pero claro, si todos los poderes debieran tener un poso ideológico común, basado en el mayoritario en la sociedad, la independencia entre ellos también puede resentirse, por ejemplo cuando tocan los controles. Me parece muy complicado evitar eso. Aunque a cambio debería mejorar su colaboración, que también es un valor a tener en cuenta en una sociedad democrática.
Por supuesto, todo esto hablando de cuestiones más o menos ideales y sin entrar en el barro del mundo real, donde es difícil que los intereses no degraden y perviertan instituciones que ni siquiera son perfectas en la teoría.
#8 Personalmente creo que una buena manera de reforzar lo que comentas, es decir, que el judicial no se separe del sentir del pueblo, seria interesante que el CGPJ que al final entiendo es el órgano político de los jueces, fuera elegido de entre juristas, pero votado por el pueblo directamente.
#15 Sinceramente, no sé decirte. Piensa en elecciones de jueces, con campañas electorales que es necesario financiar, aceptando generosas aportaciones... 😬 No sé, tendría que hilarse muy fino para que no fuese aún peor.
Hostias, justificar el anular la división de poderes... Ya hay que tener valor.
Que los tres poderes sean independientes, no quiere decir que no se controlen entre ellos. Para eso sirve precisamente su independencia. Para no poner al zorro a cuidar a las gallinas. Si, por ejemplo, el ejecutivo se extra-limita y nadie lo frena, pues ya sabemos lo que toca.
#3 Leñe, he vuelto a releer el artículo y no creo que este justificando la anulación de la división de poderes (no veo donde estoy pidiendo que se anulen). Sobre todo porque el poder dentro de un Estado nunca es propiedad de una institución sola, siempre es un equilibrio. Ni siquiera en las monarquías absolutistas los monarcas tenían materialmente todo el poder, bien tenían que jugar con las balanzas de este.
Más bien lo que intento advertir en el artículo es que un Estado no es la suma armónica de tres poderes separados. No se junta un judicial, un legislativo y un ejecutivo y hacen un Estado, sino que un Estado previo, que ya controla un territorio y una población, canaliza en tres instituciones diferentes sus funciones de poder (si un mismo Estado previo no tuviera ya el poder, no podría dividir este). Y que por tanto, la idea de una total separación de los tres poderes es un imposible como máximo, pues es justo la unidad de poder material la que otorga tal separación. Un idealismo, que no digo que no sea algo funcional, pero que no deja de ser una idea de perfección imposible.
Otra cosa es que una división de poderes, aún esta no pueda ser plena, sirva como sistema de contrapesos, relaciones y procedimientos, y que eso sea útil contra abusos. Pero su total independencia, la falta de una mínima coordinación o respeto a los procesos establecidos, lleva a situaciones de bloqueo institucional (ahí tenemos al CGPJ sin renovarse, por poner un ejemplo...).
Pero bueno, es verdad que uno publica, y que a partir de ese momento el texto deja de ser suyo, todas las interpretaciones sobre el texto son causa de ese mismo.
#6 Yo por como lo planteas de inicio y el timing de la publicación, lo veo más como una justificación por lo que ha pasado. Especialmente por esta frase: Es necesario que el Parlamento, con el gobierno, tenga cierto grado de participación en órganos de la judicatura. Aunque es inevitable un cierto grado de injerencia, creo que cuanta menos participación mejor y más efectivo es como contrapeso y órgano de control. De hecho, en el ejemplo que planteas, creo que una buena parte del problema del CGPJ viene de las propias injerencias de los otros poderes transladando su conflicto de un órgano a otro. Que un poder/órgano sea independiente no quiere decir que funcione ajeno al resto del estado, puesto que se rige por el mismo marco general que el resto (La Constitución como ejemplo más evidente). Es decir, todos los poderes/órganos están obligados a jugar con las mismas reglas.
Que evidentemente una cosa son las condiciones ideales y la atmósfera standard y otra la realidad. Pero hay que intentar que las cosas se aproximen a esa condición teórica lo más posible. O alguno de los órganos va a empezar a fagocitar a los otros.
#7 En el momento, que necesitas que los poderes se coordinen, se van a pisar en ciertos temas.
No es tanto si lo hacen o no, sino como se organizan cuando ocurre.
El ejemplo mas practico que se me ocurre es que es el ejecutivo quien paga las nominas de los jueces ni por eso implica que el ejecutivo controle las sentencias que estos dictan.