Hoy el periodismo es –o debería ser– lo imprevisto a sí mismo. Es decir, no explica lo que está pasando sino que, más bien, explica que no está pasando lo que se explica. Esta dinámica lo cambia todo. Y empezó hace mucho tiempo. Lo que indicaría que la crisis democrática –que no suceda lo que se dice es, ni más ni menos, eso– ha sido lenta, dilatada y sin prisas, pero sin pausas, desde los años ochenta del siglo XX. A mí, personalmente, explicar que lo que se nos dice que sucede no sucede, me ha ocupado el grueso de mi trabajo desde principio