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Los ríos atmosféricos funcionan como ríos en el cielo: corrientes en chorro llevan vapor de agua desde los océanos tropicales. Al ascender y enfriarse, este vapor se transforma en lluvias o nevadas intensas. Aunque útiles para reponer agua, los más fuertes pueden causar inundaciones, deslaves, daños estructurales e incluso muertes. Con el calentamiento global, estos fenómenos se prevé que serán menos frecuentes, pero más extremos: un 25% más largos y anchos, y con mayor carga de vapor.