Esta discriminación tiene raíces profundas en el sistema laboral japonés. Tradicionalmente, las empresas ofrecían a los hombres empleos de por vida con promociones y aumentos salariales ligados a su antigüedad. Las mujeres, al convertirse en madres, eran empujadas hacia trabajos temporales o de media jornada, con menores ingresos y escasas oportunidades de ascenso. Más que salario: conciliación familiar. En ciudades como Tokio, ya se han implementado jornadas laborales más cortas y la semana laboral de cuatro días.
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