In dubio pro coño

El principio jurídico existe, ya lo sabemos, y alguien tenía que darle un nombre, porque en nuestra tradición es importante que los principios vengan claramente determinados y sean conocidos previa y explícitamente. Suena feo, vale, pero creo que es preciso y atinado. Y tiene su justificación.

Y no tiene por qué pareceros raro, porque Los principios del Derecho son imprevisibles: había uno, o un pretexto, que me pareció siempre muy divertido: el de la sanior pars.

Venía a decir este principio que siempre hay que seguir a la mejor parte, antes que a la mayor. Que lo ideal es que coincidan, pero que como esto no es posible siempre, en caso de duda, debe prevalecer la opinión y la voluntad de los que son mejores, y no de los que son más.

O sea, que también el pucherazo y la arbitrariedad tienen su principio, bien definido, en latín. Porque, ¿quién decide cual es la sanior pars? El que tiene el poder. Siete votos contra tres. Bien: ganan los tres, porque son mejores. Ya está.

Con estos antecedentes, no es de extrañar que trate de imponerse en Derecho el principio de "in dubio pro coño", tan parecido a ese otro del Derecho Laboral que dice que "in dubio, pro operario". ¿Por qué motivo, en caso de duda, va a tener más razón el trabajador que el patrón? Por ninguna, en realidad. Por defender al que se considera más débil, en la práctica.

Pues esto otro es igual: el "in dubio pro coño" trata únicamente de defender a la parte que, por razones ciertas o inventadas, el legislador considera más débil.

El principio puede ser aceptable, o no más inaceptable que otros, pero lo que molesta es el envoltorio: igualdad, resarcimiento, reparación, cuando se trata en realidad de un sanior pars como la copa de un pino. O sea: de una ley del embudo dirigida a favorecer a un colectivo y perjudicar a otro, en plan Apartheid. Porque el Apartheid, ya lo sabemos, era simple discriminación positiva: para los blancos.

Lo importante en estos casos es dejarse de monsergas y disfraces. El principio existe: in dubio, pro coño. Pues que lo incorporen al derecho escrito y ya está. A hacer doctrina, que es lo que mola.