Sobre la vida del hombre.
1) La vida subjetiva del hombre es en esencia dolor y sufrimiento; una lucha constante dirigida a satisfacer unos interminables deseos que tan pronto son resueltos son reemplazados por unos nuevos en un eterno ciclo sin fin. El hombre sabe claramente qué es lo que quiere (y lucha por ello con vehemencia) pero no sabe por qué quiere lo que quiere.
2) La fuente de estos subjetivos sentimientos y emociones de dolor y frustración es neurológica. El cerebro es un órgano evolutivo que se encarga mediante neurotransmisores de modificar y alterar nuestra conciencia con estas inquietudes e impresiones indeseables, al mismo tiempo que también mediante procesos bioquímicos se encarga de hacer llegar a nuestra conciencia qué es aquello que se supone que debemos querer.
3) Por lo tanto la conducta del hombre está siempre condicionada por estos procesos bioquímicos y cognitivos inconscientes (es decir, por una mecánica que acontece entre bambalinas y de la que sólo llega a nuestra consciencia el producto final: "quiero esto y no lo otro").
4) Por lo tanto, esa vocecita o impresión interna (como diría David Hume) que aparece ante nuestra conciencia no es más que el fruto de un proceso neurológico inconsciente y constante. El hecho de que nosotros podamos hacer "lo que queramos" pero que no podamos desear qué es lo que queremos (una de las tesis del filósofo Schopenhauer), se demuestra así por el hecho de que lo que debemos deseares algo que viene impreso en las redes neuronales de nuestro cerebro.
5) El cerebro, junto con el resto del sistema nervioso del hombre, son órganos que han aparecido gradualmente por un proceso evolutivo dirigido fundamentalmente por la selección natural. Así pues este órgano, como cualquier otro órgano funcional, está finamente adaptado para lograr los dos objetivos fundamentales de la vida: la supervivencia y reproducción del cuerpo que lo posee.
6) Por lo tanto el hombre debe desear aquello que favorece con mayor probabilidad su supervivencia y reproducción. De esta manera el sistema neuroendocrino se ocupa de manera autónoma y subconsciente de dirigir nuestras acciones hacia objetivos favorables a estas dos metas de la vida. La fuente de nuestros deseos es pues natural y evolutiva: todo lo que ponga en peligro esta finalidad será reprimido con frustración y dolor, y todo lo que aporte a su favor es recompensado con una buena dosis de dopamina.
Conclusión) El eterno ciclo de lucha en que nos vemos envuelto desde el nacimiento es una iteración natural compartida por el resto de seres vivos. Todos los seres vivos "quieren" lo mismo, más bien lo único: sobrevivir y reproducirse. Y el resto de objetivos y finalidades que muchos ponen sobre los hombros del ser humano son meras retóricas o, como diría Carlos Castrodeza: "ruido metafísico maquillado de lenguaje enjundioso". De manera que el hombre subjetivamente sufre y lucha de continuo por satisfacer unos deseos y necesidades que son mera representación racional (a posteriori) fruto de procesos cognitivos inconscientes autónomos y programados evolutivamente. En el fondo se trata de afanarse por sobrevivir y punto.