Lo que es en realidad un superhombre

No sé si fueron los cristianos o los banqueros, los marxistas o los kantianos, pero no me parece casual que se haya mantenido tanto tiempo un malentendido tan burdo como este. O quizás sea cierto aquello de que "en otro tiempo el espíritu era Dios, luego se hizo hombre, y ahora se ha hecho hasta plebe". Con frases como esta, por supuesto, Federico el bigotudo no hizo muchos amigos.

Las tonterías siempre han sido enemigas del pensamiento: por eso se atribuye al Nietzsche la idea del superhombre como un ser capaz de hacer cosas más allá de sus fuerzas, como un héroe de cómic, como un ser investido de enormes poderes capaz de cambiar el mundo y vencer a los malos, mientras espera que los malos hagan planes y piensen algo, porque el héroe de cómic nunca piensa nada, ni hace planes, ni tiene media idea propia que valga la pena.

El superhombre de la cultura popular es un haragán conservador: se sienta, espera a que otro intente conquistar algo, y se opone para dejarlo todo como estaba.

El superhombre de la cultura popular obtiene sus poderes de la divinidad o asimilables, mientras los malos piensan, inventan y quieren cambiar algo. Y coño, qué curioso, quieren cambiar algo para mal, porque la idea que exudan esos cómics es que todo es perfecto y que hay que ser un verdadero hijo puta para querer cambiar algo.

El superhombre de Nietzsche, en cambio, era otra cosa: la mejor traducción, a mi juicio, es el post-hombre. El superhombre de Nietzsche es el siguiente peldaño en la evolución, el hombre que sucederá al que somos, después de que la navaja y la argamasa evolutivas nos hayan convertido en seres más adaptables al medio. A nuestro medio.

El superhombre de Nietzsche es la aspiración que todos tenemos, o deberíamos tener, para el futuro: un ser humano mejor, por encima de nosotros, más fuerte, más sabio, más resistente, mejor adaptado que nosotros.

Cuando hablamos de superbacterias lo entendemos, pero cuando hablamos de superhombres ya no: en ese caso pensamos sólo en gilipollas en calzoncillos con poderes de arcángel bíblico.

Qué tristeza.