La mandíbula crispada de Sánchez y el error de Iglesias

Hay alguien que dijo, acertadamente, que para el PSOE, el PP y el resto de los partidos a su derecha son adversarios, pero que su verdadero enemigo es Podemos, desde su nacimiento. Con los demás partido rivaliza, pero precisa, para la supervivencia del actual sistema de poder, destruir a los morados o convertirlos en irrelevantes.

Aún hoy, las versiones sobre la negociación del gobierno de coalición son contradictorias, pero si es cierta la que da "El Diario", que la oferta final del PSOE incluía Vivienda, Sanidad e Igualdad, creo poder decir que el veinticinco de julio Iglesias perdió una ocasión de oro, quizá irrepetible, para infligir un serio revés al PSOE y cambiar el marco del combate político del régimen del 78. Cualquiera mínimamente conocedor de los rudimentos de la estrategia militar sabe que no importa si tus pérdidas son grandes si consigues que en contrapartida tu enemigo pierda mucho más que tú, y sobre todo si consigues que pierda sus defensas si estas son poderosas e irremplazables.

Iglesias no aceptó los ministerios florero porque sintió que estaba en su derecho de exigir un trato más justo, más en consonancia con los usos europeos. Si Podemos fuera un partido alemán, o portugués, tendría toda la razón del mundo. Pero Iglesias ha obviado en su análisis lo que le ha ocurrido a su partido estos años. Ante el peligro que suponía Podemos para los intereses de las élites beneficiarios del régimen del 78 se construyó un, aquí, sí, verdadero cordón sanitario contra los morados, alimentado día sí y día también por una feroz campaña en los medios que ven el 90 por ciento de los españoles, incluso con la participación de instituciones como el ministerio del interior. Todos hemos sido testigos.

Podemos era el partido apestado, y debía mantenerse al margen. Y en esto llegó la campaña de abril. Como siempre desde 1981 el PSOE vendió en campaña una imagen de partido de izquierda , Sánchez declaró incluso que no tendría problema en pactar un gobierno de coalición, ya sabemos que en campaña se dice lo que haga falta…. Pero los resultados electorales y la actitud de Ciudadanos obligaron a Sánchez a intentar hacer realidad esta vaga promesa electoral. Muy a pesar de Sánchez y del PSOE, tuvieron que asumir sus palabras y hacer un intento, débil, rastrero, pero un intento real de pacto de coalición.

Le habría bastado a Iglesias leer el lenguaje corporal de Sánchez en el primer pleno de investidura, el del pasado lunes, para darse cuenta de que su entusiasmo con el gobierno de coalición era el mismo que el que tendría si tuviera que ir al dentista para que le extrajeran una muela sin anestesia. La mandíbula crispada, la evitación del contacto ocular con los oradores de Unidas Podemos, la cabeza gacha y ceñuda. Un poema. Porque aceptar tres ministerios y una vicepresidencia, aunque fueran simbólicos, para Podemos podrían suponer poco para las legítimas expectativas de Iglesias, pero para el PSOE , y para el régimen del que es pilar central, decisivo, suponían una seria derrota y la ruptura del cordón sanitario que se había construido contra Podemos. Evidentemente se seguiría criticando desde la derecha a los morados con la retahíla de descalificaciones de siempre, pero al estar en el gobierno, para los medios más cercanos al PSOE sería imposible. Habría que concederles, a la fuerza, una pátina de respeto institucional del que Podemos nunca ha gozado. Podemos pasaría de apestado a actor institucional. La maldición mediática que había convertido a Podemos en un fantasma fuera de los muros de la ciudad habría acabado.

No sólo eso. Podemos habría tenido en sus manos una nueva herramienta: la posibilidad de provocar en cualquier momento una crisis de gobierno en cuanto el PSOE acumulara incumplimientos del programa de gobierno en derechos sociales. Conociendo su “tradición en la traición”, la costumbre de este partido de prometer mucho antes de gobernar y olvidarse de sus promesas en Moncloa, el PSOE se vería más presionado en cumplir las promesas hechas si quería evitar una salida de Podemos a media legislatura que habría reforzado el relato de los morados sobre la entreguismo de los socialistas a los poderes económicos, por poner un ejemplo de las opciones que se habrían abierto para Podemos.

Iglesias, en un nuevo, y quizá definitivo, error estratégico, tiró por la ventana estas ventajas. Porque dudo que el PSOE vaya a desaprovechar la oportunidad de destruir a Podemos, con o sin la ayuda de Errejón, en unas nuevas elecciones.

Como dijo Rufián ayer, un hombre que compensa su tono mitinero con intermitentes destellos de lucidez, la izquierda de este país se arrepentirá del error cometido ayer. Yo que me considero de izquierdas digo como Rufián que estoy hasta los cojones de perder siempre, por nuestros propios errores, que estoy hasta los cojones de los errores de Iglesias. Que estoy hasta los cojones de todos nosotros.

Nota: este artículo es una revisión del publicado y posteriormente descartado por mí mismo el pasado día veintiséis. La razón del descarte fué la confusión existente sobre cual había sido la historia real de las negociaciones. Hoy asumo como más probable la dada por "El Diario", en el que la oferta final del PSOE incluyó, con la limitación de competencias conocidas, Igualdad, Vivienda y Sanidad.