Hoy lo entendemos mejor que nunca: vivimos en tiempos de lucha por la hegemonía cultural, en los que el poder sirve para intentar cambiar el pasado más que para cambiar el futuro.
Lo vemos en las batallas de la Wikipedia, escenario de enfrentamientos para adaptar la historia a la última moda. Lo vemos en el callejero, con sus constantes revisiones dependiendod e quien gane la última guerra o las últimas elecciones. Y no es cosa nueva ni española. Cito a Kundera:
"La calle en la que nació Tamina se llamaba Schwerin. Eso fue durante la guerra y Praga estaba ocupada por los alemanes. Su padre nació en la avenida Cernokostelecka. Eso fue durante el Imperio Austro-Húngaro. La madre de Tamina fue a vivir con su marido a la avenida del Mariscal Foche. Eso fue después de la primera guerra mundial. Tamina pasó su infancia en la avenida de Stalin y su marido se la llevó a su nueva casa de la avenida de Vinohrady. Y mientras tanto era siempre la misma calle, sólo que le cambiaban de nombre, le lavaban el cerebro para idiotizarla."
Le cambiaron los nombres a los meses, para mejor pelotilleo de diversos emperadores. Le cambiaron el nombre a los accidentes geográficos, a los continentes y a los países.
¿Cuantas ciudades y países tiene nombres religiosos? Todo fue posible, sobre todo con la llegada del cristianismo y su empeño por renombrar el mundo entero en memoria de un Santo, un Cristo una advocación de la Virgen.
Todo fue posible, menos renombrar las estrellas y las constelaciones. Porque los astrónomos resistieron.
¿Os imagináis las presiones que debieron de sufrir? Fue inútil. Los astrónomos permanecieron fieles a los viejos dioses, y no hay una constelación de María, ni una constelación del Cristo. Sirio, Júpiter, Marte, Pléyades, Orión... Y no sólo los objetos estelares coniodos desde hacía siglos: cuando se descubrieron nuevos planetas, se insistió en la fidelidad a la vieja cultura, cerrando la puerta a los influyentes y poderosos papas: Urano, descubierto en 1781, y bautizado en memoria de la divinidad griega del cielo, padre de Chronos y abuelo de Zeus. Neptuno: descubierto en 1846 y nombrado en honor del dios de los mares. Y Plutón, sea o no planeta según los últimos criterios: 1930, y nombrado en honor al dios de los infiernos.
Nadie pudo doblegar a los astrónomos. Y creo que ya es hora de que se les reconozca el mérito.