La incipiente revolución iraní y las cadenas de los países árabes

Desde hace 2 días (y singularmente esta tarde), Twitter se está inundando con centenares de vídeos tomados en decenas de ciudades iraníes. Su temática es la misma: manifestaciones populares que protestan contra la dictadura teocrática de Irán, su oscurantismo, su corrupción y la profunda crisis económica que están padeciendo. Las masas queman y arrancan carteles del sacrosanto Ayatolá Jomeini, y de su sucesor Alí Jamenei. En la mayoría de vídeos las manifestaciones son pacíficas, aunque en otros he visto las primeras víctimas mortales tras los disparos de las milicias Basij, un cuerpo paramilitar creado por Jomeini para perseguir cualquier disidencia. En otros vídeos, la policía huía al verse superada por los manifestantes.

Irán es una dictadura asfixiante, corrupta y dominada por una élite de clérigos que, copiando el canovismo español del siglo XIX, han creado dos facciones (conservadora y reformista) que se turnan en el gobierno tras cada "proceso electoral". El "gobierno electo" estará sometido a las directrices del Líder Supremo Alí Jamenei, con poder para vetar cualquier iniciativa gubernamental e imponer su voluntad por encima de la de cualquier autoridad "electa". De todos modos nunca le ha hecho falta, pues reformistas y conservadores comen de su mano.

La situación económica en Irán es pésima, y sin duda ha contribuido a su empeoramiento la implicación directa de su gobierno en la guerra de Siria. Las toneladas de equipamiento militar y miles de hombres que están mandando allí, tienen un precio. Jamenei quiere vencer en la guerra sectaria sunní-chií para ampliar su poder más allá de las fronteras iraníes. Y, como tantas otras potencias mal gobernadas, antepone ese deseo al bienestar del pueblo.

No sé si las manifestaciones serán capaces de mejorar el país o incluso de tumbar al régimen. Me temo que, si siguen creciendo, el régimen usará la violencia de forma generalizada y, si la gente se mantiene firme, puede haber auténticos baños de sangre. Pero Irán, como tantos países árabes, debe romper y superar a sus falsos ídolos para ser libre y alcanzar su futuro. La religión secuestrada por élites corruptas, los dictadores omnipresentes cuyo retrato se exhibe en cada rincón, el fomento de las guerras sectarias... son las cadenas que llevan oprimiendo a la mayoría de países árabes desde hace décadas.

Será muy difícil que logren romperlas, pero es su único camino. Ojalá los iraníes tengan suerte. Sea como fuere, no puedo evitar emocionarme al verles libres de las mentiras y las falsas divisiones entre sunníes y chiíes, sin enarbolar el fanatismo religioso o el retrato de ningún sátrapa...simplemente gritando, luchando y persiguiendo su libertad.