Menéame es, para bien o para mal, una de las pocas plataformas de agregación de noticias en español que sigue en pie tras tantos años. Su sistema de votación y comentarios le han dado una identidad propia, y aunque nunca ha sido perfecto (más bien lo contrario), ha mantenido una comunidad activa.
Me registré en 2007, aunque no soy un usuario activo de los que envían noticias, utilizan el nótame etc etc.
Intenté publicar alguna noticia en mis primeros años, pero me encontré con la clásica experiencia de que se tumbaba por razones que ni recuerdo. La moderación comunitaria tiene sus ventajas y sus desventajas, y en mi caso, hizo que me centrase más en leer y comentar. Principalmente me limito a ver la portada unas cuantas veces al día y a leer los comentarios, sobre todo los destacados y los primeros de cada hilo, porque el sistema de comentarios nunca ha sido muy cómodo. La falta de vista en árbol, por ejemplo, hace que muchas conversaciones sean difíciles de seguir. (Y ni hablar de que los enlaces a comentarios directamente no funcionan)
A pesar de todo, Menéame sigue siendo parte de mi rutina diaria. Y hace unos días decidí apoyar económicamente el proyecto. No es mucho, la verdad, y si lo comparo con otras cosas en las que gasto dinero, apoyar una web que visito a diario tiene todo el sentido del mundo.
Lo que no entiendo es el ambiente de crispación y el dramatismo constante que se ha apoderado de la comunidad últimamente. Parece que cada semana hay una nueva controversia, que si los cambios en la administración, que si la ideología de los dueños, que si la publicidad… En serio, ¿qué ha pasado con la idea de que es solo una web?
Si no os gusta Menéame, podéis dejar de entrar. No hay ninguna obligación de quedarse si realmente se ha convertido en algo insoportable para vosotros.
¿Que uno de los dueños es pro-Israel y lo deja claro? Allá él con su conciencia. Mientras podamos seguir opinando libremente y con educación, no veo el problema. Lo que hace grande a una comunidad no es la ideología de quienes la gestionan, sino la diversidad de voces que participan en ella.
¿Que hay demasiada publicidad? Para eso están los bloqueadores, o, mejor aún, el apoyo económico al proyecto para quienes realmente quieran que siga existiendo sin depender tanto de los anuncios.
En definitiva, no deja de sorprenderme la cantidad de quejas y lamentos que se leen a diario. Está bien criticar lo que no nos gusta, pero cuando el ruido de fondo es constante y repetitivo, acaba convirtiendo la comunidad en un lugar hostil y agotador. Y sinceramente, creo que Menéame tiene suficiente valor como para no merecer convertirse en un espacio donde solo se viene a llorar.