Más de dos millones de españoles toman ansiolíticos a diario, y muchos más los consumen de forma ocasional.
Otros dos millones, aunque algunos sean posiblemente los mismos, sufren anualmente depresión.
¿Alguien ha pensado qué va a pasar con toda esta gente cuando tengan que pasar 15 días encerrados?
Entre las consecuencias de la curentena, todo el mundo se ha fijado en la catástrofe económica que se nos viene encima, pero creo que nadie ha señalado hasta ahora este problema, y por eso, desde mi ignorancia, quiero dedicarle estas líneas. Y no para arreglar nada, porque no está en mi mano, sino para visibilizar un problema que ha permanecido apartado de los focos.
Llevamos solamente dos días de arresto domiciliario. Estamos viendo series, barnizando ventanas y haciendo las chapucillas de bricolaje para las que nunca encontrábamos tiempo. De momento, con la novedad, la cosa puede tener algo de gracia incluso para algunos. Pero a medida que este encierro se alargue vamos a encontrarnos con situaciones psicológicas y psiquiátricas graves, padecidas en muchos casos por personas que viven solas. Hay casi cinco millones de españoles que viven solos, por una u otra circunstancia.
Si tenemos en cuenta que, en la mayor parte de los casos, el aislamiento agrave la ansiedad y la depresión, nos podemos enfrentar a un panorama realmente preocupante en este sentido, con graves consecuencias para quienes lo sufren y para la sociedad en su conjunto.
La soledad puede llegar a ser un problema tan grave o más que el virus.
De los problemas de convivencia que surgirán , ya iremos hablando aquí mas que nos pese. Pero este problema en concreto no va a ser menor.
No le volvamos la espalda.