La pregunta ya está ahí, por si en el futuro tenemos que modificar los sistemas de estudio. Y la respuesta es complicada.
Por una parte, interesada o no, están los teóricos del asunto: la enseñanza puede ser tan buena online como de manera presencial. Incluso mejor, si se les apura. Pueden dar clase los mejores, atender de manera más personalizada fuera de los corsés de los horarios y permitiría compatibilizar los estudios con otras actividades. De ese modo, no hay pro qué bajar las tasas: las universidades cobrarían las mismas tasas que hasta ahora, y los estudiantes recibirían la misma formación que reciben ahora, pero mediante procedimientos distintos.
Los defensores de esta tesis dijeron algo más, pero no sabemos qué añadieron porque las risas impidieron escuchar el resto.
Los hechos, me temo, son muy distintos. Si se extiende la enseñanza online, las tasas tendrán que parecerse más a los precios públicos de la UNED que a lo que se cobra actualmente. Y entonces veremos, me temo, un proceso doble de aumento de matrículas por un lado y de disminución por otro.
-Aumento de matrículas, porque mucha gente que no puede permitirse estudiar hoy en día, decidirá estudiar. Hablo de los que no viven en una ciudad con campus universitario y no pueden sufragarse el coste de vivir fuera, además de las tasas universitarias.
-Disminución de matrículas, por toda la cantidad de gente que va a la Universidad para vivir ese ambiente y pasar unos años divertidos, pero no tiene la más remota intención de dedicarse laboralmente a la especialidad que estudia.
¿Esperemos no llegar ahí, ¿pero qué sucedería en este escenario? ¿Se mantendría intacto el personal de todos los departamentos? ¿sería necesario que cada Universidad grabase las clases de álgebra o bastaría con que todos viesen los vídeos de quien quisieran para luego preguntar las dudas, de manera personal, a su tutor? ¿Se generaría una nueva brecha entre los que recibiesen su título por este sistema y los que, pagando, pudiesen asistir a clases presenciales de pocos alumnos?
Creo que no tardaremos en tener algunas respuestas, porque lo que se pudo hacer en una emergencia sanitaria se puede extender a cualquier otra situación.
Y se hará.