Por qué la cita previa funciona tan mal

Uno de los temas que más molestan e irritan en estos tiempos a los ciudadanos de a pie es que en muchas instituciones sólo atienden con cita previa y no hay modo de que te cojan el teléfono, o te den esa cita en un plazo razonable.

De ese modo, poco a poco, se genera sensación de desamparo en las personas que necesitan realizar un trámite o ser atendidas de algún modo por la administración. Y el malestar sigue creeciendo, porque el tema ni mejora ni tiene pinta de hacerlo.

Hace muy poco estuve hablando con un trabajador municipal sobre este asunto y me ofreció otro punto de vista, creo que bastante objetivo, que me parece interesante compartir con vosotros.

El problema no viene, al menos directamente, de los empleados públicos. Puede que sí de sus representantes y de sus jefes, pero no de ellos, y en gran medida obedece a una mala o malísima administración.

La cuestión está en los calendarios de las citas previas. Un departamento cualquiera, como el de aguas (me lo invento), atendía antes de media a ciento sesenta personas diarias, en una mañana. Abrían a las 9, cerraban a las dos, se tomaban su correspondiente descanso a media mañana, y unos días habían atendido, entre dos personas, a 130 y otros días a 185. La media andaba por 160. Unas personas llevaban más tiempo, y otras, medio minuto, pues era recogerles un papel y darles un recibo.

O sea, 160 personas entre dos trabajadores. 80 cada uno. En cinco horas, y sin quitar la pausa del café, que aseguran que no son las legendarias pausas geológicas que algunos critican. Esto sale a 16 personas por hora y trabajador, entre el que te lleva diez minutos y el que casi ni saludas.

Pues bien: ahora, el cuadrante de citas previas se da con intervalos de 10 o 15 minutos. Y eso supone que puedes atender a 4 personas la hora, o como mucho a 6.

No hay ningún misterio más. Simplemente se han dado una holgura terrible con los cuadrantes de las citas previas. En el tiempo en que antes atendías de media a 16 ciudadanos, ahora, como mucho, con cita previa, atiendes a 6. Y si las pones con intervalos de 5 minutos, a 12, pero nadie pone los intervalos a 5 minutos.

Ese es el corazón del tema: el desperdicio salvaje de tiempo entre cita y cita.

Le das a una señora una cita para las 11:15. Viene. Te entrega el comprobante de algo. Se va. son las 11:17. Hasta las 11:30 no tienes a otro, un tal Justino. ¿Qué haces? El periódico ya lo leíste. Jugar al buscaminas te harta. Para el resto del papeleo tienes el tiempo en que no se atiende al público.

No es que sean vagos. También ellos, muchos de ellos, están hasta el gorro de estar allí, con diez minutos de manicura cada cinco de trabajo. Y de vez en cuando viene uno que consume sus quince minutos y cinco del siguiente. Con lo que acortar los intervalos podría organizar aglomeraciones.

¿Qué se hace?

Hay mil soluciones. Pero claro... Para eso hay que pensar. Y la administración parece no estar por la labor...

Así que todo es una mierda.