Ataque en Siria: Trump se gasta más de 150 millones de dólares en hacer el ridículo

La crisis que ha motivado el ataque nace de las acusaciones contra Assad de lanzar un ataque químico en Douma, la ciudad más importante del este de Ghouta, y que permanecía en manos rebeldes. El objeto del ataque habría sido forzar la salida de los milicianos opositores, que estaban perfectamente atrincherados y habrían podido resistir muchos meses. Y, efectivamente, al día siguiente de que los informativos diesen la noticia del bombardeo químico, los rebeldes accedieron a abandonar la ciudad sin disparar un tiro.

Entonces Trump dijo que tenía informaciones de que Assad era el autor del ataque, y que tendría consecuencias. Pues bien, si un estadista serio está convencido de que se ha producido semejante atrocidad, sólo tiene dos opciones:

-Entender que no es su problema (como ha hecho Merkel) y que no va a enfrentarse a otra superpotencia como Rusia porque varias decenas de civiles hayan muerto gaseados. Después de todo, usar armas de destrucción masiva para forzar rendiciones es una práctica que inauguró EEUU en Hiroshima.

-Considerar que nos encontramos ante un crimen contra la humanidad y que tiene el deber moral de responder. En ese caso, su respuesta debe implicar, como mínimo, las medidas necesarias para que el ejército causante de semejante crimen no pueda volver a practicarlo, lo que supone la destrucción de su arsenal químico. Y, aparte de ello, el estadista serio puede entender que un gobierno capaz de gasear a su propio pueblo representa un peligro contra los sirios y contra el mundo, y por tanto las capacidades militares de su ejército deben ser desactivadas.

Para tomar la segunda medida, es necesario iniciar una campaña de bombardeos que 1) goce del factor sorpresa y 2) tenga la intensidad suficiente para lograr sus objetivos. Aparte, se precisa asumir que, por vez primera en las últimas décadas, va a ejecutarse un desafío directo y contundente contra Rusia, y prepararse para las hipotéticas consecuencias (posiblemente ninguna, pues Rusia no va a iniciar una guerra contra todo Occidente por defender a un gobierno ubicado a miles de kilómetros de su territorio).

Pero Trump no es un estadista serio, y ha sustituido las dos opciones lógicas por la payasada. Primeramente, se ha tirado una semana amenazando con los ataques, lo cual ha provocado que Assad haya evacuado todas las bases militares sensibles. Después ha avisado a Rusia de los ataques que pretendía llevar a cabo, lo cual ha provocado que Assad se enterase de cuáles eran los objetivos (aunque no lo necesitaba, pues llevaban evacuados desde hace días). Y en tercer lugar, ha limitado su ataque a los tres objetivos militares más previsibles (dos centros de investigación científico-militar y una base ligada a dichos fines).

De este modo, Trump ha lanzado 110 misiles Tomahawk (a 1.5 milones de dolares el misil) contra edificios vacíos. Los efectos han sido exactamente los contrarios de los que pretendía: Assad se ha visto reforzado ante el nulo impacto de los bombardeos y la posición de debilidad para el gobierno americano que de ello se deriva. Es difícil meterse en la mente de Trump, pero supongo que su motivación ha sido "tengo miedo de Rusia, pero necesito demostrar al mundo que soy su sheriff...haremos un ataque con misiles de fogueo". El problema es que el mundo no es tan estúpido como Trump cree.