Sondeos de opinión muestran a Timoshenko, en un distante segundo lugar detrás del magnate Petro Poroshenko para la votación del domingo con sólo un 10 por ciento de apoyo, una humillación para una mujer cuya trenza al estilo campesino y retórica han definido la política ucraniana durante una década. Timoshenko dice que solo ella puede salvar al país del desastre. Es una fórmula que le ha servido en el pasado pero que los votantes ya no parecen estar escuchando.
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