En la capital de Galicia, al igual que en A Coruña, recuerdan muchos otros caprichos de La Collares que no han llegado a las crónicas aunque que se transmiten de boca en boca. Son los que hablan de cómo las joyerías y las tiendas de antigüedades se cerraban a su paso porque la mujer del dictador tendía a llevarse sin pagar aquello a lo que le echaba el ojo, “y no tenía cataratas, precisamente”, apunta la historiadora Encarna Otero. Intentar cobrárselo, además, podía salir todavía más caro.
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No, no, imposible. si tuvimos una transición modélica. Cambiamos el nombre de los carteles de todos los cárteles.
Es posible, pero ¿en que se diferencia eso de lo que hace ahora Hacienda con los que no agachan la cabeza?
Siempre había algún difunto al que rendir homenaje.
Y asi con todo