En 1933, los conservadores alemanes creían que podían controlar a Hitler. Dos años después, los ejecutaban en sus propias casas. Pasé semanas investigando esta cuestión, buscando desesperadamente contraejemplos, esperanzas, algún momento histórico en el que se hubiera logrado detener a los fascistas tras ganar elecciones. Esto es lo que descubrí: Una vez que los fascistas llegan al poder democráticamente, nunca han sido destituidos democráticamente. Ni una sola vez. Jamás.
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