Ni una cosa ni la otra. Ni provoca ni causa. Que un hecho siga a otro no significa que sea causa de éste, sólo demuestra el lamentable espectáculo del periodismo especulativo. La prueba: esta semana se ha sabido que la joven había protagonizado otros dos intentos de suicidio anteriores. El periodismo obsesionado con los porqués ha hecho de nuevo el ridículo. El periodista, más aún en los sucesos, debe relatar los hechos contrastados y esperar a las investigaciones judiciales si es caso para referir los porqués. Si un juez tarda meses en establecer una verdad procesal sobre los móviles, por ejemplo, de un asesinato, ¿por qué asistimos sin inmutarnos a cómo el periodismo añade el porqué en la misma noticia del suceso? La mató porque estaba en proceso de separación, se suicidó porque lo iban a desahuciar, se tiró de un puente porque tenía cáncer... Pura especulación, periodistas que quieren ser novelistas y necesitan un relato cerrado. Y así ocurre, un ridículo detrás de otro.
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La pregunta era para qué sirve un editor HOY. Si vale hablar de los años treinta, yo podría defender el trabajo amanuense en los monasterios con una crónica de lo bien que dibujaban letras capitulares los monjes