A pesar de la ya conocida barbarie de la Alemania y Austria nazi, menos conocida y no más benévolo fue el porrajmos croata en el Campo de concentración de Jasenovac durante los años 40. Los oustachis croatas arrasaron con judíos, gitanos, serbios y comunistas.
A su líder, Ante Pavelic, como no podía ser de otro modo, y sumando una vergüenza más a nuestro periodo "por la gracia de Dios" del siglo XX, se le concedió refugio en España, y sus restos descansan hoy todavía en el cementerio de San Isidro en Madrid.