Steve Jobs era el Jesucristo de la Computación. Ideólogo de los mayores avances del mundo moderno. Inventor de los smartphones. Creador de las tablets. Y lo hizo todo él solo en su despacho sin ayuda de nadie.
Más o menos como Elon Musk, pero con los ordenadores.
Más o menos como Elon Musk, pero con los ordenadores.