Hace ya unos años, conté por aquí como un vecino, ya mayor, me pidió ayuda cuando me vio por la calle, porque su mujer se había caído, y no podía levantarla (el además, tenía la movilidad bastante reducida, hasta el punto en que se movía con andador), la cosa terminó rápido, la mujer, más que caerse, había perdido fuerzas hasta quedarse sentada en el suelo de donde debido a su avanzada edad, ya no se pudo levantar. Lo que más recuerdo es la desesperación del pobre hombre por no poder ayudarla el mismo.
Unos años más tarde, el tiempo y una enfermedad muy chunga se llevó a mi madre, y recuerdo perfectamente ese día, sobretodo cuando mi padre me dijo: "Ven a ayudarme, que tu madre se ha caído y no puedo levantarla", recuerdo como lo intenté todo, pero no puede, ya no estaba con nosotros, la desesperación entonces, la tenía yo.
Con esto quiero decir que, no importa cuánto de duro te creas que eres, la vida siempre puede darte golpes más duros de lo que puedas manejar, no tiene sentido hacerse el duro y decir que no necesitas ayuda, porque nadie, jamás, es tan fuerte.
Unos años más tarde, el tiempo y una enfermedad muy chunga se llevó a mi madre, y recuerdo perfectamente ese día, sobretodo cuando mi padre me dijo: "Ven a ayudarme, que tu madre se ha caído y no puedo levantarla", recuerdo como lo intenté todo, pero no puede, ya no estaba con nosotros, la desesperación entonces, la tenía yo.
Con esto quiero decir que, no importa cuánto de duro te creas que eres, la vida siempre puede darte golpes más duros de lo que puedas manejar, no tiene sentido hacerse el duro y decir que no necesitas ayuda, porque nadie, jamás, es tan fuerte.