La sensación de que la democracia está enquistada, en manos de una casta convertida en grupo de intereses, incapaz de renovarse en las personas y de regenerarse en los comportamientos, está muy extendida. La indiferencia ante la corrupción no hace más que agudizar esta impresión de una esfera política gastada, cargada de complicidades con el dinero y con los medios.
Premio a la definición.
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Flechas, balillas, camisas grises, camisas negras, guardianes de la revolución... es una vieja historia.