Se dirigía al taller de trabajo, pero sintió una punzada abdominal. Maldijo, pues las letrinas no estaban preparadas para una «descarga no convencional». No consiguió mantener todo el inesperado líquido en el lugar destinado a los deshechos.
Hizo partícipe de lo ocurrido al resto del equipo. Deberían revisar la causa de los inoportunos síntomas. Dieta adecuada, revisión médica y comprobación de aislamiento y esterilidad microbiana de todo el complejo.
Algunos restos no pudieron ser reaprovechados en el reactor. Se quedó mirando por la ventana mientras eran expulsados fuera de la nave, al vacío. Se alejaban despacio. Seguramente en algún momento caerían en aquel planeta joven, de colores rojo fuego y negro roca. Sin saberlo, acababa de sembrar la segunda generación intergaláctica de vida en un primigenio planeta Tierra: hijos de un patógeno entérico.