El piloto

Solo queda un delgado amasijo negro humeante. Los equipos de extinción apagan la última incandescencia.

Treinta minutos antes, una inexplicable colisión produjo una fulgurante bola de fuego que envolvió a piloto y vehículo.

Esa misma mañana, Ignacio dejó una carta sobre la mesa, se dirigió hacia el taller y comenzó a desmontar las protecciones de seguridad del biplaza con el que tantos premios había conquistado.

Anoche, tras otra discusión, ella sentenció la relación. Le dijo que ya no sentía la llama del amor cuando estaban juntos; que solo quedaba un delgado amasijo negro humeante.