El arrepentimiento tecnológico está en su apogeo en el mercado de los wearables. El gran secreto oculto de los smartwatches es que, cuando se rompen, nadie los reemplaza. Hay un momento de pánico puro. Si nadie cuenta tus pasos, ¿ocurrieron de verdad? ¿Cómo vas a aguantar el día si no sabes cuántos minutos de sueño de calidad has tenido? ¿Cual es tu ritmo cardíaco en reposo? Pero entonces pasa un día y te das cuenta de que tu reloj te estaba acosando: siendo condescendiente y a continuación sermoneandote.
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