La empresa de Cupertino ha visto cómo, en cuestión de horas, su valor bursátil se desplomaba, sus estrategias logísticas se veían obligadas a cambiar sobre la marcha y el futuro de sus dispositivos estrella, como el iPhone, se complicaba notablemente. La razón es clara: Apple fabrica gran parte de sus productos en China, desde donde los exporta a Estados Unidos. Con los nuevos aranceles, ese proceso se encarece brutalmente. Tanto, que el coste de producción de un iPhone ha aumentado en más de 300 dólares.