Un estudio reciente sostiene que la práctica de la momificación artificial entre el pueblo Chinchorro puede haber evolucionado como una respuesta a las altas tasas de mortalidad infantil, y que la momificación artística de los muertos ayuda a minimizar el dolor social de los padres y sus familias. Las momias se cubrían con pastas de manganeso negro y, en épocas posteriores, ocre rojo, que ayudaban a recrear los rasgos faciales y genitales del difunto.