Hace 1 año | Por Yorga77 a eldiario.es
Publicado hace 1 año por Yorga77 a eldiario.es

A Elizabeth le dijeron que estuviera a las siete de la mañana en un cruce de calles y le explicaron que, si alguien la acompañaba, el coche que debía llevarla a abortar no se pararía a recogerla. A Renee, que tenía 15 años, le vendaron los ojos durante todo el trayecto hasta llegar a una vieja nave industrial, aunque el viaje terminaba a veces en un motel o en una casa particular. El procedimiento se podía realizar en una mesa de cocina o en un sillón, y lo hacía alguien que podía ser o no médico. Todos se jugaban la cárcel y ellas, la vida.