Cuando yo uso una palabra –dijo Humpty Dumpty en un tono desdeñoso– quiere decir lo que yo quiero que diga… ni más ni menos.
– La cuestión –insistió Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
– La cuestión –zanjó Humpty Dumpty– es saber quién es el que manda… Eso es todo.
A través del Espejo. Lewis Carroll
Al hablar de lo poco que valemos he hecho un severo examen de conciencia; me he preguntado si no me sumé de forma calculada a la inanidad de los tiempos presentes, para ganarme el derecho a condenar a los demás; seguro como estaba in petto de que mi nombre figuraría en medio de todos esos seres grises. No: estoy convencido de que nos desvaneceremos todos; en primer lugar, porque no hay en nosotros nada que nos haga perdurables; en segundo lugar, porque el siglo en el que comenzamos o terminamos nuestros días tampoco tiene él con qué hacernos perdurables. Generaciones castradas, agotadas, desdeñosas, sin fe, abocadas a la nada que aman, no podrían dar la inmortalidad; carecen de toda capacidad para crear un prestigio; aunque pegarais vuestros oídos a su boca no oiríais nada: no sale sonido alguno del corazón de los muertos.
Microbio
No hay vida después de la muerte para nosotros. Nuestros cuerpos se
descomponen al morir, y los microbios que viven en nuestro interior se
trasladan a lugares mejores. Esto puede llevarte a pensar que Dios no
existe, pero te equivocas. Es simplemente que Él no sabe que existimos.
No nos conoce porque estamos en la escala espacial equivocada. Dios es
del tamaño de una bacteria. Dios creó la vida a su imagen y semejanza;
sus congregaciones son los microbios. La guerra crónica por el territorio
del huésped, la política de la simbiosis y la infección, el predominio de
las cepas: éste es el tablero de ajedrez de Dios, donde el bien se enfrenta
al mal en el campo de batalla de las proteínas de superficie y la
inmunidad y la resistencia. Nuestra presencia en este escenario es algo
así como una anomalía. Dado que nosotros, el fondo sobre el que viven,
no dañamos los patrones de vida de los microbios, pasamos
desapercibidos. No hemos sido seleccionados por la evolución ni
captados por el radar microbiano. Dios y sus componentes microbianos
no son conscientes de la rica vida social que hemos desarrollado, de
nuestras ciudades, circos y guerras; son tan ajenos a nuestro nivel de
interacción como nosotros al suyo. Nuestra muerte pasa desapercibida y
no es observada por los microbios, que se limitan a redistribuirse en
otras fuentes de alimento. Así que, aunque se supone que somos la
cúspide de la evolución, no somos más que el sustrato nutricional.
Tenemos un gran poder para cambiar el curso de su mundo. Imagina
que eliges comer en un determinado restaurante, donde pasas
voluntariamente un microbio de tus dedos al salero a la siguiente
persona sentada a la mesa, que por casualidad embarca en un vuelo
internacional y transporta el microbio a Túnez. Para los microbios, que
han perdido a un miembro de su familia, éstas son las formas
desconcertantes y a menudo crueles en que funciona el universo. Buscan
respuestas en Dios. Dios atribuye estos acontecimientos a fluctuaciones
estadísticas sobre las que no tiene control ni comprensión.
DAVID EAGLEMAN
El dialecto de San Lorenzo es fácil de comprender y al mismo
tiempo difícil de escribir. Digo que es fácil de comprender, pero
hablo por mí mismo. Otras personas lo encuentran tan
incomprensible como el vasco, de modo que es posible que yo lo
comprenda por telepatía
menéame