Diez años llevamos con los Mercados dopados por los Bancos Centrales, una fiesta gigantesca para los inversores que no parece tener fin. A continuación os dejamos algunos gráficos de última presentación de Jeffrey Gundlach, de DoubleLine Capital. Parece que alguien está empezando a poner canciones lentas y bajando el volumen de la música una señal de que la fiesta podría estar empezando a llegar a su fin

Ayer tras la supuesta Declaración Unilateral de Independencia llevada a cabo por el Parlament de Cataluña, una serie de acontecimientos me empezaron a llamar la atención. La bandera del Estado Español sigue ondeando en el Palau de la Generalitat, Pere Soler, el director de los Mossos acataba inmediatamente su destitución por parte del Estado Español, el President de la Generalitat no salía al balcón a proclamar nada ante la gente congregada en la Plaça Sant Jaume que celebraba la independencia y la llegada de la nueva República.

Los principales bancos del panorama financiero español han sentenciado a los plazos fijos. El que hace unos años era la joya de la corona para captar clientes, ahora se ha convertido en un producto con rentabilidades en mínimos hasta el punto de que el temido cero se ha instalado ya en la vitrina bancaria nacional. Viene de la mano de CaixaBank, que permite contratar un depósito al 0 % TAE a través del área personal para un importe mínimo de 1.000 euros y un plazo de hasta un año.

En la mayoría de los sistemas legales la figura del chivato no suele tener grandes recompensas salvo posibles reducciones de condena. Chivarse para quedarse sin empleo, estigmatizado, con el mercado laboral prácticamente vetado sólo para conseguir una reducción de condena, no suele ser suficiente incentivo para que los chivatos surjan por iniciativa propia y no de forma reactiva cuando ya se ha iniciado una investigación. Destapar un caso de fraude fiscal en grandes corporaciones o corrupción es casi imposible sin la colaboración de un chivato.

Steve Jobs solía decir: “No tiene sentido contratar a personas inteligentes y después decirles lo que tienen que hacer. Nosotros contratamos a personas inteligentes para que nos digan qué tenemos que hacer”. Lamentablemente, ésa no es la tónica general en las empresas. La incapacidad para reconocer como válidas las ideas de otros, el miedo a ser superado profesionalmente por un subordinado o la envidia, pueden llevar a algunos directivos a eludir su principal responsabilidad, tomar las decisiones más adecuadas para su compañía.

Corría el año 2006 cuando la por entonces flamante Ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, estampaba su firma en un contrato a favor de Abertis, la concesionaria de autopistas, que incluya una cláusula de compensación a favor de la empresa que nos acabará costando 2.200 mil millones de euros. El esquema ya es conocido y parece que estaba muy de moda en esos tiempos, veáse Castor o radiales de Madrid. Si todo va bien el beneficio es para la empresa si algo se tuerce va a cuenta del Estado.