Cuando el Renault ZOE llegó al mercado hace ya 12 años, lo hizo con muchísima expectación debido a que contaba con muchos factores para ser un antes y un después. Y lo fue. Un diseño agradable, un espacio para cinco ocupantes, un maletero decente y un sistema de propulsión también a la altura de la época. Pero también lo hizo de la mano de un formato comercial poco habitual, como era la venta del coche y el alquiler de la batería. Un sistema que ahora está convirtiéndose en un potencial problema de imagen para la marca.
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