El GPS funciona así: cada satélite lleva un reloj atómico del que transmite la hora hacia la Tierra. Esa señal por sí sola es útil para la infraestructura energética y las transacciones financieras. Para obtener información de posición, el receptor —un teléfono u otro dispositivo— recoge señales de, al menos, cuatro satélites. Sabe a qué hora se enviaron esas señales, dónde estaban los satélites cuando las enviaron y cuánto tardaron en llegar las señales. Mediante triangulación, el teléfono (o misil) calcula su propia ubicación.
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Seguiremos usando GPS, y si los americanos deciden cambiar, pues a ese iremos.
Antes de la existencia del GPS los pilotos se las apañaban y supongo, espero, que se les siga capacitando en sistemas alternativos para determinar su posición, encontrar aeropuertos para aterrizar y esas cosas.
No sé me ocurre ningún sistema de posicionamiento basado en ondas electromagnéticas que sea inmune a las interferencias de radio, con cifrado puedes distinguir señales verdaderas de falsas pero no conseguir tu posición si lo único que leen los instrumentos es ruido.
Por cuántica puedes hacer una antena con átomos de Rydberg transparentes a cualquier onda de un ángulo que no sea el deseado.