La investigación demuestra que tener una familia, tener hijos, se puede convertir en un factor perverso porque impide salir de la pobreza. Las exigencias propias de la crianza, los estereotipos de género y la división sexual del trabajo, el bajo nivel educativo, la precariedad, la insuficiencia de horas trabajadas son elementos que limitan la capacidad laboral de las familias, especialmente de las madres y de los tipos de familia más vulnerables: familias monomarentales y familias numerosas. Y esto afecta de manera directa al bienestar de niños