Somos lo que enterramos

Ya no somos horizonte

de bosque en la lejanía:

somos leña para el fuego.

 Para otro fuego.

Es tarde ya para hablar.

Es tarde para el café.

Es tarde para el deseo. 

Conservemos las miradas

en un frasco de cristal,

como moscas atrapadas

por un niño que encontró ya otro juguete.

Escondamos estas horas

en un reloj de bolsillo

con otro nombre grabado,

sobre la hora silente

que sin campanada espera.

Conservemos la memoria de este olvido, 

de la atroz extravagancia

consumada al entregar la despedida 

a quien nunca conocimos.

Escribamos versos a lápiz 

sobre un casco de acero,

en medio de la batalla.

Escribamos versos en las bayonetas,

en las granadas de mano, 

miles, millones de versos

sobre el alambre de espino,

en un poema sin fin

bautizado en destrucción.

Engendremos mariposas

en los ojos de la muerte,

pétalos de hambre, 

terciopelos y resedas 

sobre la herida aún sangrante

y en ese enjambre de flores

cosechemos el panal

de las sonrisas forzadas

y las carcajadas de los locos. 

Es la guerra.

Es la vida.

Somos lo que enterramos,

seremos lo que tú digas.

Feindesland 2011.