Vivimos el fracaso de la Universidad como servicio público. La causa no está solo en leyes neoliberales. También en haber cedido la gestión de las universidades a quienes trabajamos en ellas, sin introducir adecuados mecanismos externos de control. Si usted ha notado cómo en la última década proliferan las universidades privadas y cómo cada vez más familias tienen que endeudarse para poder dar a sus hijos la educación que antes proporcionaba de manera económica el Estado, sepa que es culpa de nuestros gobernantes, pero también de los profesores
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