Vladimir Putin intentó resucitar a un muerto: el doble soviético de Eurovisión. Con muchos efectos especiales pero poca audiencia, este gran concurso de canciones, que combinaba actuaciones identitarias y reivindicaciones antioccidentales, reveló sobre todo los límites de la diplomacia cultural de Moscú. Cyrille Bret y Florent Parmentier nos ofrecen una inmersión en la dimensión musical del poder blando ruso.
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