Hace 3 años | Por --613101-- a informacion.es
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Nunca se perdió ni una boda ni un funeral. Siempre al lado de los novios y junto a los familiares de los difuntos, a quienes acompañaba en silencio desde la iglesia hasta el cementerio para darles su último adiós. Era el perro del pueblo y así lo consideraban todos los aspenses. Sobre todo los niños, con los que jugaba, a los que protegía y por los que sentía una adoración que era compartida.