Con solo tres años, Emilio llegó a Barcelona, donde pronto quedó fascinado por el fútbol. Se aficionó al balón en el colegio Condal y más tarde en el de Bonanova. Su vínculo con el Barcelona comenzó después, a través de equipos vinculados a su cantera, como el New Catalonia y Els Tranquils. En esos días de fútbol en la calle y en la playa se hizo muy amigo de un chaval nacido en Figueres: Salvador Dalí. El tercero de la pandilla también aparecería muchas veces en la prensa: Pepe Samitier.
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