Poco después de demandar a Miguel Ángel Revilla y a Corinna Larsen por daños al honor, Juan Carlos I ha ido esta semana a por el elefante que le rompió la cadera en Botsuana en 2012. El emérito continúa así saldando cuentas con las personas y otros seres vivos que se han cruzado en su vida y que, según él, le han causado grandes perjuicios.
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El elefante está muerto, dejen al pobre bicho en paz.