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Froilán, incapaz de salir de la armadura en la que se metió al llegar a casa tras la reyerta
Froilán preguntó por su caballo y su espada (pese a que no tiene asignada ninguna) dispuesto a salir a cabalgar para «cortar las cabezas de los traidores que han osado ofenderme» (según sus propias palabras). Los miembros del servicio tuvieron que explicarle que no había ninguna espada en la casa y que carecía de «hombres fieles» con los que poder «cabalgar». «Pues que vengan a luchar con su señor los campesinos que podamos reunir», contestó Froilán, según las fuentes.
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