Suecia está experimentando una peligrosa concentración de riqueza en manos de una élite reducida, escalado hasta el 31% del PIB, el mayor nivel entre las mayores economías y llegando a ser de 1,5 veces más per cápita que EE.UU.. El problema es que no son "riquezas productivas", aquellas derivadas de sectores innovadores como la tecnología o la industria manufacturera, sino que se han generado a través de herencias o en sectores poco productivos (construcción o commodities), que son conocidos por las tramas corruptas y relaciones con el poder.
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