La exhibición Futurama, enmarcada dentro de la Exposición Universal de Nueva York de 1939-1940, auguraba un futuro con autopistas de 14 carriles, coches que evitarían accidentes gracias a sistemas de radiocontrol y helipuertos en rascacielos de más de 400 metros. Fue un ejercicio lúcido que proyectó cómo sería el futuro en 20 años, con una mezcla de optimismo y realismo científico.
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