Desde el segundo uno en el que nacemos se nos asigna un género que viene marcado por nuestros genitales. Por tanto, somos hombres o somos mujeres, se supone que no hay de otra. Sin embargo, algunos padres creen que encasillar a los bebés en un género nada más nacer les corta las alas para ser quienes realmente quieran ser en un futuro. Así, deciden criar a sus bebés en un mundo sin género, es decir, no defienen el género sexual de sus pequeños y les asignan el género neutro, conocido como el tercer género.