A veces pienso que las ideologías son como virus, capaces de contagiarse de unos cerebros a otros y de causar daños neurológicos graves, incluyendo cegueras. Y una de esas cegueras, que veo bastante a menudo, es la que lleva a identificar automáticamente el interés superior del menor con la voluntad de la madre, como si no hubiera madres que pudieran actuar por motivos egoístas y como si los niños no fueran titulares de sus propios derechos.
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